lunes, 19 de septiembre de 2011

Montevideo en primera persona:

Carnavaleando

El título era bastante grandilocuente y llamaba mucho la atención. Generaba además mucha intriga.
En un país tan chiquito en tamaño pero tan grande en hazañas, como el famoso maracanazo del ´50, o la proeza de los rugbiers en Los Andes, leer aquello de "El Carnaval más largo del mundo" no dejó de llamar mi atención. La mejor manera de erradicar esa duda era tomándome el primer buque a Colonia y comprobarlo en persona.
Aquél 2008 había arrancado bastante caluroso. Los cambios de horarios establecidos en ambos países provocaban días más largos y noches muy pesadas. Sin embargo, y pese a esto, la idea de conocer más acerca de ese Carnaval, que me había brotado días antes al leer casualmente unos artículos en el diario, pudo más. Tratando de interiorizarme más acerca del mismo, comprendí que su organización distaba bastante de los más conocidos, como los brasileros, o los más cercanos, como los del litoral argentino.
Más allá del método elegido (más teatral), lo que prevalece y se intenta representar aquí es una historia, un relato. Real o ficticio. Esta particularidad fue la que más me impulsó a explorarlo.
Una vez allá, empecé a entender un poco más aquél slogan. La multiplicidad de escenarios y presentaciones de las murgas lo convierte en un espectáculo muy amplio y completo. Ante este panorama, la oferta a mi disposición era bastante extensa. Decidí entonces que lo mejor era consultar con la gente del lugar. - "Andate al Teatro de Verano, que toca la Catalina".  - "No, andá para Defensor que hoy está la Falta".  - "En el Velódromo actúa Zíngaros que este año la están rompiendo". Ante tanta sugerencia me decidí por esta última, y hacia allí me dirigí. Pregunté donde quedaba, me dijeron que en el Parque Batlle, "al lado del Estadio", me tomé un omnibus y me mandé.
Lo primero que vi al llegar fue un ambiente muy festivo. Fuera y dentro del lugar. Mucha familia, muchas luces, y por sobre todas las cosas, mucha alegría. Pagué mi entrada y me senté en mi butaca. Por más veces que haya ido a Montevideo, no dejó de llamarme la atención, una vez más, ver a la gente tomando mate un sábado a las diez de la noche. "Estas cosas se ven solo acá" volví a pensar.
Luego de un par de números cortos, llegó el momento del plato principal. Entraban en escena los Zíngaros.
Con sus clásicos uniformes y esas voces tan características, comenzaron a hacer su show: Comenzaba su relato. Aquella temporada, y en vísperas del año electoral que estaba por venirse, habían decidido representar la famosa fuga del penal de Punta Carretas ocurrida en el año 1971 a escasas cuadras del lugar en el que me encontraba en ese momento. Me resultaba inevitable sentirme parte de la historia.
La performance, narrada en tono de comedia, fue brillante y sumamente movilizante. Los espectadores abandonaron por fin sus mates y termos con agua caliente para ponerse de pie y aplaudir esa magnífica obra de arte. Mi satisfacción a esa altura era completa. "El Carnaval más largo del mundo" me había regalado una noche memorable. Ahora sí, aquella consigna tenía más que ver con la realidad.